Bienvenida a el club de las doce,

Vivimos tiempos convulsos., de juicios rápidos y voraces como las llamas que a tantas de nosotras se llevaron. Estas épocas llevan consigo cambios, y la búsqueda de una espiritualidad perdida- que sirva de aliento ante un mundo hostil- debe entenderse como propia de una sociedad que busca liberarse de las garras de la dominación para transformarse en algo distinto. Esta búsqueda de la sabiduría mística, tan denostada por la ignorancia de algunos, abre las puertas del cambio a nuevas maneras de relacionarnos.
Tanto es así que vemos como James Lovelock (químico) y Lynn Margulis (microbióloga) lanzan la hipótesis Gaia:

”Gaia es una ciudad compleja que implica a la biosfera, atmósfera, océanos y tierra; constituyendo en su totalidad un sistema cibernético o retroalimentado que busca un entorno físico y químico óptimo para vida en el planeta.” James Lovelock

Gaia defiende la idea de que toda materia viva del planeta junto con las condiciones del planeta mismo, que dependen de la atmósfera, océanos y tierra forman un todo que está interconectado, y que depende lo uno de lo otro.
No es baladí el nombre escogido, Gaia, la diosa primigenia.
La búsqueda del equilibrio perdido nos asoma al pasado y nos lleva a la búsqueda de esas historias, que de alguna manera, han sido borradas por la fuerza bruta y la creación de un mundo que solo se entiende bajo ese prisma (el de la dominación).
Ha llegado el momento de sacudirnos el miedo. Dejar de creer en los dioses de la guerra y la destrucción, y volver a creer en la diosa primigenia.